Tras concluir su 40ª edición, Cinema Jove está plenamente consolidado como una de las citas de referencia del cine emergente en España. Hablamos con Carlos Madrid, director del festival desde hace casi una década, y con Chus Antón, coordinadora que se ha incorporado este año, sobre el frenético ritmo que supone organizarlo, la apuesta por las óperas primas y el compromiso real con la juventud, una seña de identidad que atraviesa tanto la programación como el equipo. Con entusiasmo y sentido crítico, repasan las claves de un festival que no para de crecer sin perder su esencia: descubrir nuevas miradas con voz propia.
Ahora que hace poco ha terminado la 40ª edición de Cinema Jove, Carlos, que llevas casi una década al frente del festival, y Chus, que acabas de incorporarte en esta edición tan especial, ¿cómo habéis vivido desde dentro este aniversario y cómo lo valoráis?
Carlos: Yo lo he vivido, como cada año, con más emoción. Aunque parezca que las estructuras se repiten, cada año todo es nuevo: las películas, el público, incluso la institución. Siempre hay cosas nuevas a tener en cuenta, y eso hace que, aunque dé la sensación de repetición, vivamos una renovación constante. Cada año conocemos a gente nueva, descubrimos cineastas nuevos, y eso es muy estimulante.
Chus: Yo creo que tengo una visión diferente, porque es el primer año que estoy dentro de la organización. Hasta ahora había estado como espectadora. Entrar a formar parte de este equipo me ha cambiado mucho la percepción. He visto el trabajo inmenso que hay detrás, toda la buena voluntad para que todo salga lo mejor posible. Eso desde fuera se dice mucho, pero desde dentro es muy ilusionante. Y además, me he dado cuenta del gran nivel que tiene el festival. Hay festivales en los que he trabajado donde se ríen de lo que proyectan. Aquí no. Aquí hay un programa con un nivel muy alto, y eso se agradece.

Sabemos que el festival dura solo unos días, pero supone mucho más detrás. ¿Cuánto tiempo y qué esfuerzos implica realmente una edición? ¿Qué es lo que no ve el público pero es esencial para que funcione?
Carlos: La preparación empieza en septiembre o incluso en agosto del año anterior. Es prácticamente un curso escolar entero. Estamos nueve o diez meses trabajando. Ya empezamos a fijarnos en festivales como Locarno o Tesalónica, pensando qué películas queremos ver o seleccionar. Y luego está toda la parte administrativa: permisos, trámites con el Ayuntamiento, la Generalitat, consellerías… Es mucho trabajo invisible, pero fundamental.
Chus: Yo entré en marzo, y desde ese momento han sido cuatro meses de intensidad total. Durante el festival vives para el festival, las 24 horas. Todo pasa por nuestras manos: desde las cosas más grandes hasta los detalles más pequeños. Es muy intenso.
Carlos: Y no es solo la semana del festival. Días antes ya tienes una rutina de “ya no queda nada”, y después, aunque haya acabado, aún queda trabajo. Siempre les digo a los nuevos que la semana antes del festival no queden con nadie. Cada persona vive el festival de forma distinta, pero al final todos compartimos una sensación de camaradería muy fuerte, sabes que estás trabajando codo con codo con personas que lo dan todo.
Una de las particularidades del festival es que la palabra “jove” no se queda solo en el nombre. ¿Cómo se refleja ese compromiso con la juventud en la programación y en la organización?
Carlos: Intentamos que esté presente en todos los ámbitos del festival. Seleccionamos a directores y directoras que no superan los 40 años, y eso se nota: en el lenguaje que utilizan, en las temáticas, en cómo tratan las relaciones, el uso del móvil, las redes… Son historias que hablan de unas inquietudes muy concretas. También vamos a centros educativos y universidades para que el festival llegue al público joven. Incluso en la imagen gráfica del festival lo cuidamos: el cartel lo diseña cada año una persona joven.
Chus: Y también se nota en el equipo, claramente. La media de edad no llega a los 30 años. Es un festival vivo, que se mueve, que evoluciona. Hay una energía y una mirada fresca que lo define.

Carlos, en casi una década al frente, ¿cuáles son los cambios más notables que has visto? Y Chus, ¿qué te ha sorprendido más de trabajar en este proyecto?
Carlos: Uno de los grandes cambios ha sido político, claro. Cambios de gobierno, cambios de gestión, cambios dentro de la conselleria… También hay mucha renovación de personal porque no todos los puestos son fijos. Solo dos personas de la oficina estaban ya cuando entré yo. Pero yo siempre digo que lo de “más vale malo conocido que bueno por conocer” nunca me ha convencido. Que venga gente nueva, con ganas, como Chus, aporta mucho. Son perfiles que suman, que aportan valor y que hacen crecer el festival.
Chus: A mí me ha encantado descubrir la historia de este festival, un festival que empezó siendo un festival universitario y que sigue manteniendo una vinculación tan potente con el ámbito educativo, con el jurado joven sin ir más lejos. Tener una sección como Curts Creixent, que acompaña a los jóvenes a hacer su primer corto, es muy necesario. Cinema Jove apuesta de verdad por los primeros pasos, y eso le da una identidad propia.
Justo en esta edición se ha estrenado Pequeños calvarios de Javier Polo, un viejo conocido del festival. ¿Se crean vínculos con cineastas que perduran?
Carlos: Sí, y nos gusta mucho. Javier Polo empezó con nosotros con un corto en 2001. ¡Ya hace más de 20 años! Desde entonces ha vuelto con otras obras, y ahora vuelve con una película muy personal. Nos gusta ver cómo cineastas que descubrimos evolucionan, mantienen su voz y siguen haciendo obras con carácter.
Chus: Primero vino al festival con su ópera prima y ahora lo hace como un director consolidado. Es muy bonito ver cómo vuelven, cómo crecen.
Hablando de criterios: ¿cómo seleccionáis las películas? ¿Qué buscáis?
Carlos: Buscamos personalidad. No queremos solo una historia bien contada, sino una voz, una mirada. Lo mismo que te puede llamar la atención de una persona nueva porque tiene una forma de ser que no esperabas, eso es lo que buscamos en las películas. Además, evidentemente, valoramos la calidad formal, la originalidad, el riesgo… Y también hay espacio para cortos experimentales, que este año también han sido premiados.
Y en cuanto al jurado: ¿qué criterios seguís para elegir a los miembros del jurado joven y del profesional?
Carlos: También tenemos en cuenta la paridad y la variedad, en ambos jurados. Hemos tenido actores, actrices, estudiantes de comunicación, de filosofía… Lo más importante es que tengamos diferentes puntos de vista y que el grupo funcione bien, porque conviven más de una semana y eso se nota. Muchas veces de ahí nacen colaboraciones, proyectos, amistades. Es una experiencia vital.
Chus: Para el jurado joven pedimos una carta de motivación y el currículum. Miramos sobre todo si la persona tiene un interés real en el mundo del cine. Buscamos perfiles diversos, de procedencias distintas, y que no se conozcan entre sí. Que puedan aportar, pero también recibir mucho del festival. Que sea una experiencia enriquecedora para todos. Al final igual que para los cineastas, buscamos que tengan una voz con personalidad.
Además del propio festival, Cinema Jove incluye otras ramas como ProMercat o Curts Creixent. ¿Qué representa hoy este festival para València y para la industria audiovisual?
Carlos: Creo que somos un festival único, porque no conozco ningún otro en España que se dedique exclusivamente a menores de 40 años. Eso le da una personalidad propia. Además, muchos de los nombres premiados aquí han acabado siendo clave en el cine español. Si miras los nombres que han pasado por el festival, ves que muchos después han tenido una trayectoria reconocida. Es un lugar al que hay que estar atento.
Chus: Y como espectadora, siempre me ha parecido muy importante la existencia de actividades como Curts Creixent. Dar herramientas a los jóvenes para hacer cortos, enseñarles cómo editar, cómo distribuir… es muy valioso. Mucha gente empieza así y encuentra aquí su espacio.
Mirando al futuro, ¿cómo os imagináis las próximas ediciones? ¿Tenéis ya algo pensado o preferís descansar?
Carlos: Ahora mismo queremos descansar (ríe). Pero sí, durante el festival ya piensas en cómo mejorar cosas para el año siguiente. Nos gustaría recuperar la plaza del Ayuntamiento como punto informativo y espacio de actividades. Queremos crecer, tener más público, traer invitados destacados… Siempre hay cosas por hacer.
Chus: Y nos gustaría llegar más a los barrios, hacer que Cinema Jove se vea en más sitios de València. Vamos dando pasos en esa dirección.

Y ahora sí: ¿qué es lo que más os gusta de ser responsables de hacer todo esto posible?
Carlos: Lo que más valoro es trabajar en un ambiente con buen humor y buena disposición. Cuando tienes un buen equipo, todo fluye mejor. Eso es lo que motiva a seguir y a hacerlo mejor cada año.
Chus: Para mí ha sido una experiencia buenísima. Muy intensa, pero también muy satisfactoria. Estoy muy agradecida de haber formado parte de este equipo. Ha sido enriquecedor en todos los niveles. ¡Larga vida a cinema jove!