El Museo de Bellas Artes de València (MuBAV) incorpora a su colección permanente la obra ‘La Adoración del Niño Jesús’, óleo sobre tabla del pintor valenciano Vicent Macip (ca. 1475-1550), uno de los introductores del lenguaje renacentista en el arte valenciano y padre del reconocido maestro Joan de Joanes.
La obra, inédita hasta el momento, fue adquirida en subasta por la Generalitat el pasado mes de abril por un precio de remate de 40.000 euros.
La secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar, ha destacado la importancia y el logro de la incorporación de esta obra a las salas de la colección permanente del Museo “para disfrute de todos los visitantes porque hará que la sala sea una de las más frecuentadas del Bellas Artes”.
Al mismo tiempo ha subrayado que “ningún otro museo tiene un espacio tan importante dedicado al Renacimiento pictórico valenciano”.
Por su parte, el director del MuBAV, Pablo González Tornel, ha señalado que el Museo “debe seguir creciendo, en colección y superficie, para convertirse en un museo de relevancia internacional”.
Igualmente, ha recordado que la pintura valenciana del primer Renacimiento “se encuentra entre las más exquisitas del panorama europeo” y que Vicent Macip “supone la apertura de España al italianismo de Paolo de San Leocadio o de los Hernandos”.
La incorporación de ‘La Adoración del Niño Jesús’ al recorrido de las salas dedicadas al arte medieval y renacentista, enriquece la colección de obras de Vicent Macip que ya conserva el Museo, formada por treinta y tres obras, que recorre su trayectoria artística desde su primer primitivismo como en el ‘Ecce Homo’ procedente de la antigua Colección Lladró, hasta las primeras influencias del italiano Paolo de San Leocadio como sucede con el ‘Calvario de la Redención’, procedente de la donación de Pere Maria Orts Bosch.
Características del cuadro
La pintura, con unas dimensiones de 89,5×65 centímetros, representa el pasaje evangélico de la adoración de los pastores tras el nacimiento del Niño Jesús, con la Virgen María y San José arrodillados que acompañan al recién nacido, además de san Juan Bautista niño y un grupo de ángeles, en la parte terrenal. Las figuras de Dios Padre y el Espíritu Santo completan la escena en la parte celestial.
Uno de los aspectos más significativos es la hibridación que se da en la arquitectura de corte clásico que cobija la escena, en la que los pilares decorados con motivos ‘a candelieri’ conviven con las bóvedas de crucería que los rematan, lo que nos habla de ese lenguaje de transición y de cómo las novedades renacentistas italianas se adaptaban a la tradición gótica local existente.
La obra destaca por su apariencia italianizante, palpable no solamente en la proliferación de motivos clásicos en la arquitectura, sino en otros detalles como la presencia de san Juan Bautista niño, que la vincula a las ‘sacra conversazione’ italianas, o en las actitudes de los pastores y ángeles presentados en conversación.
La pintura remite a la etapa de madurez de Vicent Macip, la segunda y la tercera década del siglo XVI, un momento de su trayectoria en el que utiliza recursos ampliamente localizables en otras obras, tanto lo relativo a los tipos humanos, como a la introducción de italianismos en lo compositivo, iconográfico o decorativo.